domingo, 10 de julio de 2011

Poeta amante de Calle


  Nunca he experimentado la muerte de un familiar, sí de algunos cercanos, pero de las pocas muertes que he presenciado o me han afectado, ha habido una en especial: la de un hombre; Un poeta…
   Estaba en segundo medio, año 2008. El centro de alumno recién elegido presentó como proyecto “Una Noche Solidaria”, lo cual consistía en ir la noche de aquel viernes a la vega central a compartir con los “indigentes” (detesto ese término).
  Eran las 10.00 pm. Y de los 234 alumnos que se comprometieron, sólo habíamos 87.  Llevábamos 45 minutos esperando, hasta que por fin las profesoras se resignaron y dijeron: Vamos.   
  Noche oscura, luna blanca, estrellas ocultas,  fría y cálida. Una noche ideal para conocer esa realidad de cerca. Caminamos, los postes de la luz alumbraban aquello que nadie alumbra, alumbraban más que calles y locales, alumbraban personas, sueños, vidas, hambre, frío, felicidad, historias… 
  Nos fuimos por aquel pasaje, un hombre apoyado sobre la cortina de un local de verduras, cortina que se declaraba anarquista, Anti-Nazi, enamorada de Bryan, enemiga de Carla, a quién la llamaba una puta… y así. Moreno, cabello obscuro, ojos tierra que reflejaban la noche, jeans gastados y mal olientes, camisa crema.
  Dos cosas llamaron mi atención: una caja y chaqueta que a su lado estaban, ¿Qué tendrá la caja? Algo muy importante para él, pero ¿Qué? ¿Qué podía ser tan importante para alguien en su situación?. Y la chaqueta; esta muy fría la noche, yo aun con parca tengo frío, ¿Por qué no la usa?   

-         ¡Hola! ¿Quiere un café?
-         ¿Usted cree que en mi situación le diría que no?
-         ¿Por qué no?
-         Pues sí, sí quiero uno, y un pan también -moviendo su cabeza, para mostrarme que había visto la bolsa que llevaba y que traía pan-

  Tiene un acento extraño;  no es chileno.  Mmm… ¿Qué es? ¡Ya se! Cubano.
-         Tome - le acerque el pan- ¿Qué prefiere Té o Café?
-          Lo que usted prefiera, señorita
-         Café entonces, porque a mí me encanta, espero a usted también.
-         ¿Cree que estoy en posición de que algo no me guste?
-         Absolutamente, todos lo estamos.
-         Eres una niña muy interesante.
-         Muchas gracias – dije sorprendida gratamente por lo dicho-
-         ¿Te cuento un secreto?
-         Si lo desea.
-         Tu le gustas a él (apunta a Sebastián, mi mejor amigo en aquel entonces). Pero no se ven bien juntos, mejor así.
-         Jajajajaja,  ¿Le parece si hablamos de usted? es una mejor idea que hablar de mí.
-         Mmm… Si yo te digo que sí, tu estarás feliz porque creerás que me estas ayudando, ya que crees que necesito hablar con alguien, cuando en el fondo te ayudaría más a ti que a mí.
-         Mmmm… Sí, quizás sí, probablemente me beneficiara mucho hablar con usted, pero eso no significa que a usted no vaya a hacerlo también, ¿No cree?.... ¿No es esa la finalidad de una conversación?
-         Esa es una pregunta extremadamente profunda… e incluso filosófica
-         Bastante, ¿Desea responderla?
-         No-sonríe-
-         Espero no le moleste, pero tengo una duda… me llama mucho la atención  su forma de hablar; es muy distinta a la mayoría de quienes aquí viven.
-         ¿Te la llamo aún más?- Acerca su mano partida y sucia a la caja, saca un pequeño libro, portada azul o negra, lo abre, pone frente a sus ojos y comienza a leer-
-         ¿Antiguo testamento?
-         Muy bien.
-         Tengo otra una duda, desde que le vi llamo mi atención su caja y chaqueta; y ya sé porque esa caja es tan importante para usted y su contenido; pero ¿Por qué no usa su chaqueta?
-         Simple, porque alguien puede tener frío y necesitarla más que yo.
Y según usted ¿Por qué mi caja es tan importante para mí?
-         Porque tiene sus libros, y ellos son su refugio.
-         Ok, me ganaste. ¿Qué quieres saber de mi?
-         Podría comenzar por su nombre.
-         Jajajaja. Te digo que te diré todo, a excepción de eso
-         Al decir todo, se comprometió a mucho… Cuénteme de usted.
-         Soy cubano, estoy aquí hace algunos años, es obvio porque estoy aquí y no allá…. Murió mi madre y me vine aquí, en busca de “libertad”, y encontré mucho más que eso. Entraría a estudiar derecho, pero no; no estoy hecho para eso, y en este mundo no existe el real derecho… Puedo decir que tuve la fortuna de elegir vivir en la calle, aunque según dijo mi psiquiatra la última vez que le vi, es una forma de escapar de la realidad y de no enfrentar que mi mujer se fue… quizás sí, quizás no… eso solo lo sé yo, jajaja ni siquiera yo…

-         ¿No le interesa trabajar, para así salir de aquí?

-         Yo no quiero salir de aquí, no sabes lo interesante que es la calle… Te daré un consejo: Duerme en la calle una noche. Y te darás cuenta de que aprenderás mucho más de lo que has aprendido en todos tus años de colegio.
Yo no he dicho que no trabajo, aunque a decir verdad no lo hago. No quiero terminar de la forma tan patética en que lo hacen todos ustedes (mirando a mi profesora) Viviendo para trabajar… olvidando que se trabaja para vivir, y por sobre todo olvidando vivir… Esclavos de todos y a la vez de nadie.

 Se acerca mi profesora, me dice que debemos de irnos, que me despida, y fue ahí cuando me percate de que estaba sentada junto aquel hombre, conversando como si nos conociéramos hace mucho, dejando de lado aquel olor a orina que en un inicio me era tan desagradable… Ahí estaba, sentada junto a él, apoyada en aquella cortina metálica, reinada por candados, sin querer irme; pero había que hacerlo…

-         Me tengo que ir, ¿Lo encuentro siempre por aquí?
-         No
-         ¿Dónde entonces?
-         En la calle
-         ¿En qué parte de la calle?
-         En alguna parte de su hermoso cuerpo. En su cuerpo y junto a él. Calle, calle, calle… la única mujer que vale la pena; capaz de adoptar a todos a quienes el resto olvida. Querer a todos por igual, desvelarse junto a cada uno; y por sobre todo amar, como sólo ella sabe.

  Por más que insistí, no me dijo donde podía encontrarlo… en realidad sí: en la calle, en “su calle”
  Caminábamos de regreso a nuestra escuela cuando oímos
- Es la mañana llena de tempestad
en el corazón del verano.
Como pañuelos blancos de adiós viajan las nubes,
el viento las sacude con sus viajeras manos.
  Volteo y era él… Mi profesora dice: Un individuo muy interesante el poeta; ¿verdad?

   Un hombre que vive en la calle, sabe leer, no quiso estudiar derecho, habla correctamente, conoce y admira a Neruda, no se abriga porque considera que aún en esas condiciones alguien lo puede necesitar más que él, vive el día a día, no se considera esclavo ni del trabajo, de él, ni de otros, no baja la mirada cuando habla de su vida pasada, no se queja de vivir en la calle, ni culpa a nadie por eso, al contrario lo agradece; se considera feliz, pese a que hay una gran pena en su interior; es capaz de ver los sentimientos de otros e hizo de la calle su amante…
 Toda la noche pensando en aquel hombre, pensando en cuando volvería a verlo. Lo que me llevo al día siguiente a ir en su busca a la vega, no consiguiendo nada. Un mundo totalmente distinto, lleno de personas, ruidos, luz; el mundo cuya reina es la Luz. En lugar de una cortina rebolstosa, me encontré con lechugas, tomates, paltas, limones, cebollas...

Pasaron meses hasta que volviera a saber de él. Iba junto a unos amigos a casa de una de ellos, y a la salida de la estación Bellas Artes del metro, fuera de una botillería, apoyado esta vez en una cortina verde, que solo decía cristal. Conversamos, conversamos, conversamos… sin decirme su nombre, esa fue la condición.
  Un completo “desconocido” me enseño bastante de la vida y me permitió darme cuenta de muchas cosas, principalmente que se puede ser feliz en toda circunstancia, inclusive viviendo en la calle; y por sobre todo que somos dueños de nuestro propio destino.

    No volví a saber de él nuevamente en meses, hasta que un 7 de Junio voy nuevamente a la vega y pregunto a una de las señoras que ahí estaban por él,  y me responde:

-         Señorita el Poeta -Resulto ser ese su apodo- murió… El domingo pasado lo llevaron a la posta central por que lo encontraron inconsciente fuera del puesto de don pepe, y no estaba na´  inconsciente, sino muerto…

    ¿Muerto? No me di cuenta en qué momento, pero mi rostro estaba totalmente humedecido, primera vez que lloré por una muerte. Murió quizás en qué condiciones, un hombre que realmente tenía mucho que contar,  un hombre que tenía mucho que vivir, un hombre que me hizo quererlo con tan solo dos conversaciones, un hombre por mi admirado, un hombre que me hizo escribir de él pudiendo hablar de muchas otras personas, un hombre que hizo de su hogar la calle, un hombre, un verdadero hombre, un poeta… que como todo poeta oculta su nombre… Un poeta que hizo de la calle su amante.

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