jueves, 27 de octubre de 2011

Quien realmente sabe de que habla no encuentra razones para levantar la voz :D

domingo, 16 de octubre de 2011

“Soy un indignado porque no quiero dejar esta sociedad a mis hijos”

 “Soy un indignado porque no quiero dejar esta sociedad a mis hijos”

Lienzo de una pareja que lleva 9 años juntos en marcha de los Indignados
- Muy buen  letrero, me encanto
- Gracias(Él)
- Cuando comenzamos nuestra relación decidimos no tener hijos porque no queríamos que vivieran en esta mierda de sociedad que hemos construido, pero luego nos dimos cuenta que la solución no estaba en no tener hijos, sino en cambiarla para ellos.(Ella)

  1 Octubre 15 de 2011

sábado, 1 de octubre de 2011

Mientras este viva seguire abrazando la idea de que este mundo puede cambiar para mejor y por supuesto, luchando por conseguirlo :D

La noche de feos

Ambos somos feos. Ni siquiera vulgarmente feos. Ella tiene un pómulo hundido. Desde los ocho años, cuando le hicieron la operación. Mi asquerosa marca junto a la boca viene de una quemadura feroz, ocurrida a comienzos de mi adolescencia.

Tampoco puede decirse que tengamos ojos tiernos, esa suerte de faros de justificación por los que a veces los horribles consiguen arrimarse a la belleza. No, de ningún modo. Tanto los de ella como los míos son ojos de resentimiento, que sólo reflejan la poca o ninguna resignación con que enfrentamos nuestro infortunio. Quizá eso nos haya unido. Tal vez unido no sea la palabra más apropiada. Me refiero al odio implacable que cada uno de nosotros siente por su propio rostro.

Nos conocimos a la entrada del cine, haciendo cola para ver en la pantalla a dos hermosos cualesquiera. Allí fue donde por primera vez nos examinamos sin simpatía pero con oscura solidaridad; allí fue donde registramos, ya desde la primera ojeada, nuestras respectivas soledades. En la cola todos estaban de a dos, pero además eran auténticas parejas: esposos, novios, amantes, abuelitos, vaya uno a saber. Todos -de la mano o del brazo- tenían a alguien. Sólo ella y yo teníamos las manos sueltas y crispadas.

Nos miramos las respectivas fealdades con detenimiento, con insolencia, sin curiosidad. Recorrí la hendidura de su pómulo con la garantía de desparpajo que me otorgaba mi mejilla encogida. Ella no se sonrojó. Me gustó que fuera dura, que devolviera mi inspección con una ojeada minuciosa a la zona lisa, brillante, sin barba, de mi vieja quemadura.

Por fin entramos. Nos sentamos en filas distintas, pero contiguas. Ella no podía mirarme, pero yo, aun en la penumbra, podía distinguir su nuca de pelos rubios, su oreja fresca bien formada. Era la oreja de su lado normal.

Durante una hora y cuarenta minutos admiramos las respectivas bellezas del rudo héroe y la suave heroína. Por lo menos yo he sido siempre capaz de admirar lo lindo. Mi animadversión la reservo para mi rostro y a veces para Dios. También para el rostro de otros feos, de otros espantajos. Quizá debería sentir piedad, pero no puedo. La verdad es que son algo así como espejos. A veces me pregunto qué suerte habría corrido el mito si Narciso hubiera tenido un pómulo hundido, o el ácido le hubiera quemado la mejilla, o le faltara media nariz, o tuviera una costura en la frente.

La esperé a la salida. Caminé unos metros junto a ella, y luego le hablé. Cuando se detuvo y me miró, tuve la impresión de que vacilaba. La invité a que charláramos un rato en un café o una confitería. De pronto aceptó.

La confitería estaba llena, pero en ese momento se desocupó una mesa. A medida que pasábamos entre la gente, quedaban a nuestras espaldas las señas, los gestos de asombro. Mis antenas están particularmente adiestradas para captar esa curiosidad enfermiza, ese inconsciente sadismo de los que tienen un rostro corriente, milagrosamente simétrico. Pero esta vez ni siquiera era necesaria mi adiestrada intuición, ya que mis oídos alcanzaban para registrar murmullos, tosecitas, falsas carrasperas. Un rostro horrible y aislado tiene evidentemente su interés; pero dos fealdades juntas constituyen en sí mismas un espectáculos mayor, poco menos que coordinado; algo que se debe mirar en compañía, junto a uno (o una) de esos bien parecidos con quienes merece compartirse el mundo.

Nos sentamos, pedimos dos helados, y ella tuvo coraje (eso también me gustó) para sacar del bolso su espejito y arreglarse el pelo. Su lindo pelo.

"¿Qué está pensando?", pregunté.

Ella guardó el espejo y sonrió. El pozo de la mejilla cambió de forma.

"Un lugar común", dijo. "Tal para cual".

Hablamos largamente. A la hora y media hubo que pedir dos cafés para justificar la prolongada permanencia. De pronto me di cuenta de que tanto ella como yo estábamos hablando con una franqueza tan hiriente que amenazaba traspasar la sinceridad y convertirse en un casi equivalente de la hipocresía. Decidí tirarme a fondo.

"Usted se siente excluida del mundo, ¿verdad?"

"Sí", dijo, todavía mirándome.

"Usted admira a los hermosos, a los normales. Usted quisiera tener un rostro tan equilibrado como esa muchachita que está a su derecha, a pesar de que usted es inteligente, y ella, a juzgar por su risa, irremisiblemente estúpida."

"Sí."

Por primera vez no pudo sostener mi mirada.

"Yo también quisiera eso. Pero hay una posibilidad, ¿sabe?, de que usted y yo lleguemos a algo."

"¿Algo cómo qué?"

"Como querernos, caramba. O simplemente congeniar. Llámele como quiera, pero hay una posibilidad."

Ella frunció el ceño. No quería concebir esperanzas.

"Prométame no tomarme como un chiflado."
"Prometo."
"La posibilidad es meternos en la noche. En la noche íntegra. En lo oscuro total. ¿Me entiende?"
"No."
"¡Tiene que entenderme! Lo oscuro total. Donde usted no me vea, donde yo no la vea. Su cuerpo es lindo, ¿no lo sabía?"

Se sonrojó, y la hendidura de la mejilla se volvió súbitamente escarlata.

"Vivo solo, en un apartamento, y queda cerca."

Levantó la cabeza y ahora sí me miró preguntándome, averiguando sobre mí, tratando desesperadamente de llegar a un diagnóstico.

"Vamos", dijo.


No sólo apagué la luz sino que además corrí la doble cortina. A mi lado ella respiraba. Y no era una respiración afanosa. No quiso que la ayudara a desvestirse.

Yo no veía nada, nada. Pero igual pude darme cuenta de que ahora estaba inmóvil, a la espera. Estiré cautelosamente una mano, hasta hallar su pecho. Mi tacto me transmitió una versión estimulante, poderosa. Así vi su vientre, su sexo. Sus manos también me vieron.

En ese instante comprendí que debía arrancarme (y arrancarla) de aquella mentira que yo mismo había fabricado. O intentado fabricar. Fue como un relámpago. No éramos eso. No éramos eso.

Tuve que recurrir a todas mis reservas de coraje, pero lo hice. Mi mano ascendió lentamente hasta su rostro, encontró el surco de horror, y empezó una lenta, convincente y convencida caricia. En realidad mis dedos (al principio un poco temblorosos, luego progresivamente serenos) pasaron muchas veces sobre sus lágrimas.

Entonces, cuando yo menos lo esperaba, su mano también llegó a mi cara, y pasó y repasó el costurón y el pellejo liso, esa isla sin barba de mi marca siniestra.

Lloramos hasta el alba. Desgraciados, felices. Luego me levanté y descorrí la cortina doble.




Mario Benedeti

miércoles, 14 de septiembre de 2011

La última meta que anhelo alcanzar en esta vida es morir.

Y cuando lo haga no duden que la felicidad que he de sentir ha de ser infinita, porfin enfrentada al mayor misterio y mejor aun, conociendolo.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Felicidad en la melancolía

     Camino por el centro de esta ciudad, ¿a donde? Donde me lleven mis pies y admiren mis ojos, no pienso en lo mal que me siento, sino que quiero escribirlo... El cielo reluciente, celeste reinado por blanco, tras el cual se esconde tan bella estrella, más por mucho que lo intente ahi esta su luz.
     Y es aquella estrella la tan buscada por nosotros, y cuando ya se es viejo se descubre que no debimos de buscar aquella estrella, sino su luz que estuvo presente en todo momento,que en días melancolicos como este creemos no existe, cuando ahí esta... Aun así continuamos invirtiendo nuestra energía en buscar la estrella, alejandonos de su luz.
     No es facil escribir de nuestra anhelada felicidad cuando sentimos que las cosas no van bien, cuando responsabilizamos de nuestros fracasos a su verdadero responsable, nosotros.
     Nadie es perfecto, algo que cada uno de nosostros tiene muy claro e interiozado, por más ego que exista sabemos que NO somos perfectos y probablemente nunca lo seremos. Más es tal nuestro intento por negar esto que cada vez que junto con nosotros cae nuestro ego, nos sentimos tristes, enojados, frustados... Empero ella esta ahí y no la vemos.
     Ella ahí esta, siempre ha estado, en absolutamente todo, en la rabía que hoy siento, en el miedo y la frustación de saberme no como creía, en este banco, en el sonido del agua y su lucha titanica contra el de los autos, en la paloma observada al levantar mi mirada, en el llanto que aguanto, en los árboles y su lucha con la graveda, en el real terror a fracasar...
     No, no estoy loca, o quizas sí (eso deseo). Pese al mar de emociones que existe en mi en estre preciso instante, puedo ver que esa luz esta y es mi decisión abrir los ojos y optar por verla o continuar con los ojos cerrados maldiciendo a quien o que, segun las creencias individuales.
     Que hermoso, felicidad en mis penas, ademas de mis alegrias, pero ¿Cómo? eso busco escribiendo.
     Me cai, siento miedo, rabía y desilución; tengo la fortuna de poder sentir, errar y así aprender. Que felicidad saberme persona , sufro y no solo río, saberme capaz de aprender, sentir miedo, para así plantearme metas y superarlas.
     Que gran felicidad escribir en vez de llorar, tener la capacidad de tomarme el tiempo para mi, de aceptarme no perfecta, pero buscar aquella perfección quizas inexistente.
     Pienso más rapido de lo que escribo  al parecer, por lo que me es imposible escribir todas aquellas cosas por las que me acabo de dar cuenta puedo ser feliz... Pero sin duda todas se resumen en una, vivir.

Soy Feliz porque estoy viva, y tengo el tiempo, ahora, y la fuerza necesaria, si quiero, para ser feliz.
                                             ¿Aún no entiendes? vive y seras feliz.

miércoles, 27 de julio de 2011

Hoy, no mañana


Yo me quejaba porque no podía comprarme zapatos, hasta que conocí a un hombre que no tenía pies (Proverbio árabe)




¿Problema económico? ¿Mala distribución? ¿Escases de recursos?


    Nos hemos pasado décadas discutiendo respecto del tema: ¿Cómo mejorar la calidad de vida de los países mas “necesitados”?, ¿Por qué esta situación?,  ¿Quiénes son los responsables?... Y ¿A que hemos llegado? Hace unos días se ha declarado Hambruna en distintas zonas de África (Somalia)


  Cuando hablamos de esto comúnmente solemos hablar de un problema económico (hay mala distribución de los recursos, que no la hay, que no existen los recursos necesarios, que si los hay…) lo que evidentemente es; pero esto no es algo netamente económico, esto es un problema que tenemos hoy en día como sociedad, es un problema social, cultural, económico, de TODOS, hemos sido nosotros mismos quienes hemos construido esto, y está en nuestras manos acabar con esto.


   En primer lugar, todos sabemos, ya sea consciente o inconscientemente, que los recursos para acabar con el hambre y la pobreza están, aunque el sistema en el que vivimos sumidos nos muestra lo contrario, ahí están. Pero de acuerdo, asumamos que por cuestiones económicas “no se puede” distribuir equitativamente porque produciríamos una “crisis” en la economía, entonces ¿Eso nos imposibilita acabar con esto? En lo absoluto


   Si nosotros, cada uno de quienes habitamos esto a lo que llamamos Tierra, practicara al menos la mitad de los valores que predica, el hambre NO existiría; pero nos es mucho más fácil criticar al sistema, criticar a nuestros representantes o instituciones de “caridad”, o simplemente conmovernos al ver imágenes de lo que está ocurriendo.
  
- Pobrecitos (acompañado de una cara de Nostalgia)

 ¿Y qué hacemos aparte de aquello? ¿Cuántas son las personas que tras ver una imagen, o escuchar de esto hacen algo?

  
 No somos sino humanos deshumanizados, nos hemos encerrado tanto en nosotros mismos y nuestro círculo que aunque sepamos lo que ocurre fuera de nuestra casa, no hacemos nada, nuestro egoísmo, materialismo, avaricia, ignorancia(voluntaria), miedo y comodidad nos reinan, y no bajo una dictadura, sino elección popular.


 

Te quejas porque no te gusto la comida, tus jeans están gastados, tus zapatos ya no están a la moda, se acabo tu perfume lujo… y cuando ves lo que ocurre en otros países no haces más que conmoverte y luego a pensar en cómo saciar “tus falsas necesidades”. Pero ¿Sabes algo? me alegra saber que no todas las personas son como tu.

jueves, 14 de julio de 2011

408

Estaba sentada en el asiento que daba a la ventana, el micro estaba relativamente lleno, todos los asientos estaban ocupados, y había una que otra persona de pie. Oí :
- Buenas tardes... me subí a esta micro a venderles parchecuritas, pero no por vago como me acaban de decir...

  Otro vendedor ambulante que probablemente intentara dar pena para así poder vender, que se quedo sin trabajo y tiene a un familiar enfermo y debe de pagarle el tratamiento... mejor leo mi libro de Anatomía...

- No es que sea un vago y no quiera buscar trabajo... me es muy complicado - continuo, mas un camión que paso al lado del micro me impidió seguir escuchandolo por unos segundos.

Su voz llamo mi atención... algo pasaba, hablaba pero no sabia como continuar, se forzaba a sacar la voz... algo se lo impedía... un miedo... Al notar aquello en su habla inconscientemente decidí escucharlo, lo que note cuando vi que había cerrado el latarjet.

- Sí, estoy sin trabajo, pero no porque sea un flojo y no quiera trabajar... sino por otra razón... Tengo SIDA...

Su voz justo antes de pronunciar aquella palabra... puse sentir como tiritaba...

Dijo SIDA y algo paso en la micro... todos  giraron su cabeza hacia él, caras de desagrado e incluso asco, de lastima, rostros riendose... dijo sida y se hizo un silencio... y continuo

- Hasta hace algunas semanas yo trabajaba en una vulcanización, como maestro vulcanero y me despidieron... por tener SIDA... contraje la enfermedad nose cuando (un camióon que paso no me dejo oír unos segundos de su discurso)(..) Mi mujer y yo no sabemos como fue, cuando, ni nada, nos casamos, tuvimos dos hijas, y no supimos hasta hace 2 años que teníamos esta enfermedad, porque jamas nos hicimos el examen del VIH, no supimos de quien era el error, si de ella o mio... pero debido a ese error nuestras dos hijas contrajeron la enfermedad... Mis 2 hijas de 10 y 8 años tienen SIDA, por culpa de uno de nosotros... Pero ya no podemos buscar culpables... Mi mujer murió hace dos años por esta enfermedad... y yo por vergüenza, prefería decir que mi mujer murió de cáncer...
   Mi jefe se entero que tenia SIDA, porque un día olvide unos examenes alla, cuando supo me dijo textualmente que me despedía por ser un maricon sidoso, que esa era una enfermedad de maricones... Me despidieron de mi trabajo de 4 años por ser un sidoso asqueroso... Y no he podido encontrar trabajo porque tengo que ir constantemente al hospital con mis hijas.
   Y aquí estoy ofreciéndole parchecuritas a $100, y no les voy a mentir, no diré que es para cubrir mi tratamiento, porque eso lo hace el estado, por suerte el tratamiento de mis hijas y mio esta cubierto por el gobierno, un tratamiento muy caro. Pero a mis hijas debo de alimentarlas a diario y como se debe, por esta enfermedad.
   Es el amor a mis hijas, lo que me hizo olvidar la vergüenza y subirme a esta micro... y hablarles pese a las miradas de rechazo y risas mal dismuladas...


  Comenzó a caminar hacia atras del micro ofreciendo parchecuritas... muchos compraron por lastima, no porque los necesitaran, pero pese a eso, no pudieron disimular el miedo que sentían de rosar con él... El caminaba y la mayoria lo esquivaba...  Él pudo notar eso, y eso fue lo que más me daño...

  Le pase la moneda mirándolo a la cara, él esquivo mi mirada... vergüenza... ¿Por que? realmente nose, porque yo no siento sino admiración por el hombre que compartió parte de su historia con nosotros en aquel bus, nº 408...

domingo, 10 de julio de 2011

Poeta amante de Calle


  Nunca he experimentado la muerte de un familiar, sí de algunos cercanos, pero de las pocas muertes que he presenciado o me han afectado, ha habido una en especial: la de un hombre; Un poeta…
   Estaba en segundo medio, año 2008. El centro de alumno recién elegido presentó como proyecto “Una Noche Solidaria”, lo cual consistía en ir la noche de aquel viernes a la vega central a compartir con los “indigentes” (detesto ese término).
  Eran las 10.00 pm. Y de los 234 alumnos que se comprometieron, sólo habíamos 87.  Llevábamos 45 minutos esperando, hasta que por fin las profesoras se resignaron y dijeron: Vamos.   
  Noche oscura, luna blanca, estrellas ocultas,  fría y cálida. Una noche ideal para conocer esa realidad de cerca. Caminamos, los postes de la luz alumbraban aquello que nadie alumbra, alumbraban más que calles y locales, alumbraban personas, sueños, vidas, hambre, frío, felicidad, historias… 
  Nos fuimos por aquel pasaje, un hombre apoyado sobre la cortina de un local de verduras, cortina que se declaraba anarquista, Anti-Nazi, enamorada de Bryan, enemiga de Carla, a quién la llamaba una puta… y así. Moreno, cabello obscuro, ojos tierra que reflejaban la noche, jeans gastados y mal olientes, camisa crema.
  Dos cosas llamaron mi atención: una caja y chaqueta que a su lado estaban, ¿Qué tendrá la caja? Algo muy importante para él, pero ¿Qué? ¿Qué podía ser tan importante para alguien en su situación?. Y la chaqueta; esta muy fría la noche, yo aun con parca tengo frío, ¿Por qué no la usa?   

-         ¡Hola! ¿Quiere un café?
-         ¿Usted cree que en mi situación le diría que no?
-         ¿Por qué no?
-         Pues sí, sí quiero uno, y un pan también -moviendo su cabeza, para mostrarme que había visto la bolsa que llevaba y que traía pan-

  Tiene un acento extraño;  no es chileno.  Mmm… ¿Qué es? ¡Ya se! Cubano.
-         Tome - le acerque el pan- ¿Qué prefiere Té o Café?
-          Lo que usted prefiera, señorita
-         Café entonces, porque a mí me encanta, espero a usted también.
-         ¿Cree que estoy en posición de que algo no me guste?
-         Absolutamente, todos lo estamos.
-         Eres una niña muy interesante.
-         Muchas gracias – dije sorprendida gratamente por lo dicho-
-         ¿Te cuento un secreto?
-         Si lo desea.
-         Tu le gustas a él (apunta a Sebastián, mi mejor amigo en aquel entonces). Pero no se ven bien juntos, mejor así.
-         Jajajajaja,  ¿Le parece si hablamos de usted? es una mejor idea que hablar de mí.
-         Mmm… Si yo te digo que sí, tu estarás feliz porque creerás que me estas ayudando, ya que crees que necesito hablar con alguien, cuando en el fondo te ayudaría más a ti que a mí.
-         Mmmm… Sí, quizás sí, probablemente me beneficiara mucho hablar con usted, pero eso no significa que a usted no vaya a hacerlo también, ¿No cree?.... ¿No es esa la finalidad de una conversación?
-         Esa es una pregunta extremadamente profunda… e incluso filosófica
-         Bastante, ¿Desea responderla?
-         No-sonríe-
-         Espero no le moleste, pero tengo una duda… me llama mucho la atención  su forma de hablar; es muy distinta a la mayoría de quienes aquí viven.
-         ¿Te la llamo aún más?- Acerca su mano partida y sucia a la caja, saca un pequeño libro, portada azul o negra, lo abre, pone frente a sus ojos y comienza a leer-
-         ¿Antiguo testamento?
-         Muy bien.
-         Tengo otra una duda, desde que le vi llamo mi atención su caja y chaqueta; y ya sé porque esa caja es tan importante para usted y su contenido; pero ¿Por qué no usa su chaqueta?
-         Simple, porque alguien puede tener frío y necesitarla más que yo.
Y según usted ¿Por qué mi caja es tan importante para mí?
-         Porque tiene sus libros, y ellos son su refugio.
-         Ok, me ganaste. ¿Qué quieres saber de mi?
-         Podría comenzar por su nombre.
-         Jajajaja. Te digo que te diré todo, a excepción de eso
-         Al decir todo, se comprometió a mucho… Cuénteme de usted.
-         Soy cubano, estoy aquí hace algunos años, es obvio porque estoy aquí y no allá…. Murió mi madre y me vine aquí, en busca de “libertad”, y encontré mucho más que eso. Entraría a estudiar derecho, pero no; no estoy hecho para eso, y en este mundo no existe el real derecho… Puedo decir que tuve la fortuna de elegir vivir en la calle, aunque según dijo mi psiquiatra la última vez que le vi, es una forma de escapar de la realidad y de no enfrentar que mi mujer se fue… quizás sí, quizás no… eso solo lo sé yo, jajaja ni siquiera yo…

-         ¿No le interesa trabajar, para así salir de aquí?

-         Yo no quiero salir de aquí, no sabes lo interesante que es la calle… Te daré un consejo: Duerme en la calle una noche. Y te darás cuenta de que aprenderás mucho más de lo que has aprendido en todos tus años de colegio.
Yo no he dicho que no trabajo, aunque a decir verdad no lo hago. No quiero terminar de la forma tan patética en que lo hacen todos ustedes (mirando a mi profesora) Viviendo para trabajar… olvidando que se trabaja para vivir, y por sobre todo olvidando vivir… Esclavos de todos y a la vez de nadie.

 Se acerca mi profesora, me dice que debemos de irnos, que me despida, y fue ahí cuando me percate de que estaba sentada junto aquel hombre, conversando como si nos conociéramos hace mucho, dejando de lado aquel olor a orina que en un inicio me era tan desagradable… Ahí estaba, sentada junto a él, apoyada en aquella cortina metálica, reinada por candados, sin querer irme; pero había que hacerlo…

-         Me tengo que ir, ¿Lo encuentro siempre por aquí?
-         No
-         ¿Dónde entonces?
-         En la calle
-         ¿En qué parte de la calle?
-         En alguna parte de su hermoso cuerpo. En su cuerpo y junto a él. Calle, calle, calle… la única mujer que vale la pena; capaz de adoptar a todos a quienes el resto olvida. Querer a todos por igual, desvelarse junto a cada uno; y por sobre todo amar, como sólo ella sabe.

  Por más que insistí, no me dijo donde podía encontrarlo… en realidad sí: en la calle, en “su calle”
  Caminábamos de regreso a nuestra escuela cuando oímos
- Es la mañana llena de tempestad
en el corazón del verano.
Como pañuelos blancos de adiós viajan las nubes,
el viento las sacude con sus viajeras manos.
  Volteo y era él… Mi profesora dice: Un individuo muy interesante el poeta; ¿verdad?

   Un hombre que vive en la calle, sabe leer, no quiso estudiar derecho, habla correctamente, conoce y admira a Neruda, no se abriga porque considera que aún en esas condiciones alguien lo puede necesitar más que él, vive el día a día, no se considera esclavo ni del trabajo, de él, ni de otros, no baja la mirada cuando habla de su vida pasada, no se queja de vivir en la calle, ni culpa a nadie por eso, al contrario lo agradece; se considera feliz, pese a que hay una gran pena en su interior; es capaz de ver los sentimientos de otros e hizo de la calle su amante…
 Toda la noche pensando en aquel hombre, pensando en cuando volvería a verlo. Lo que me llevo al día siguiente a ir en su busca a la vega, no consiguiendo nada. Un mundo totalmente distinto, lleno de personas, ruidos, luz; el mundo cuya reina es la Luz. En lugar de una cortina rebolstosa, me encontré con lechugas, tomates, paltas, limones, cebollas...

Pasaron meses hasta que volviera a saber de él. Iba junto a unos amigos a casa de una de ellos, y a la salida de la estación Bellas Artes del metro, fuera de una botillería, apoyado esta vez en una cortina verde, que solo decía cristal. Conversamos, conversamos, conversamos… sin decirme su nombre, esa fue la condición.
  Un completo “desconocido” me enseño bastante de la vida y me permitió darme cuenta de muchas cosas, principalmente que se puede ser feliz en toda circunstancia, inclusive viviendo en la calle; y por sobre todo que somos dueños de nuestro propio destino.

    No volví a saber de él nuevamente en meses, hasta que un 7 de Junio voy nuevamente a la vega y pregunto a una de las señoras que ahí estaban por él,  y me responde:

-         Señorita el Poeta -Resulto ser ese su apodo- murió… El domingo pasado lo llevaron a la posta central por que lo encontraron inconsciente fuera del puesto de don pepe, y no estaba na´  inconsciente, sino muerto…

    ¿Muerto? No me di cuenta en qué momento, pero mi rostro estaba totalmente humedecido, primera vez que lloré por una muerte. Murió quizás en qué condiciones, un hombre que realmente tenía mucho que contar,  un hombre que tenía mucho que vivir, un hombre que me hizo quererlo con tan solo dos conversaciones, un hombre por mi admirado, un hombre que me hizo escribir de él pudiendo hablar de muchas otras personas, un hombre que hizo de su hogar la calle, un hombre, un verdadero hombre, un poeta… que como todo poeta oculta su nombre… Un poeta que hizo de la calle su amante.