Estábamos en esa sala blanca de 3x3 los 7, junto a él, El Doctor, cuando
se abrió la puerta, que era lo único que destacaba de aquella sala, puerta
azul, totalmente ajena al resto del mundo ahí, blanco y frío, y vislumbro desde
al lado de la camilla a una joven,
delgada, tes clara, cabello rubio con raíces castañas, nerviosa, inestable,
linda y de paso lento, y tras ella un
señor, con mirada al suelo, chaqueta gris, cabello canoso, fiel reflejo de su
experiencia. Él al mirarlos dentro de la sala les dice "tomen asiento", y luego
dirige su mirada a la tan importante ficha clínica, ignorando por completo la
cara de aquellas dos personas que hasta ese momento nos eran ajenas, que
reflejaban tanto y a la vez nada. Y dice: Examinen el abdomen del señor, mirándonos,
para luego desviar su mirada a la muchacha.
El señor estaba en la camilla
acostado, cuando uno a uno le realizamos el rutinario examen con aquel doctor,
gastroenterólogo, examen abdominal, siendo llamativo lo papable y tenso del
hígado; pero a mi no me llamaba mayormente la atención ese hígado, sino el doctor, quien hablaba susurrando con la joven, quien era la hija de aquel hombre
recostado, silencioso y con mirada perdida en el frío techo; algo pasaba,
probablemente su diagnostico era de mal pronostico, o quizás el tenía miedo, o
algún problema que no pudiésemos saber nosotros, simples alumnos de medicina,
quizás había discutido antes de entrar a la consulta con su hija, quizás no le
agradaba el medico, quizás simplemente estaba agotado… Cuando una pregunta del
doctor interrumpe mis infinitos pensamientos:
-¿Qué encontrarón?
- Un hígado duro, y de bordes claros.
¡Un Hígado! Como si pudiese existir un hígado sin una persona que lo posea, como si ese señor no estuviese ahí acostado frente a nosotros, y tuviésemos sólo un hígado, un hígado con bordes claros y de consistencia dura… No un hombre con una preocupación, y posiblemente tristeza en su interior, sino simplemente un hígado.
-Muy bien, ¿Y qué patología nos puede producir un hígado con estas características?
-Cirrosis, responde uno de nosotros con inseguridad, esperando la aprobación del doctor
-¿Y qué más?
Todos nos miramos, evitando abrir la boca para responder, hasta que un compañero alza la voz y dice:-Un carcinoma doctor
-Así es, este señor tiene un Cáncer de hígado
-¿Qué encontrarón?
- Un hígado duro, y de bordes claros.
¡Un Hígado! Como si pudiese existir un hígado sin una persona que lo posea, como si ese señor no estuviese ahí acostado frente a nosotros, y tuviésemos sólo un hígado, un hígado con bordes claros y de consistencia dura… No un hombre con una preocupación, y posiblemente tristeza en su interior, sino simplemente un hígado.
-Muy bien, ¿Y qué patología nos puede producir un hígado con estas características?
-Cirrosis, responde uno de nosotros con inseguridad, esperando la aprobación del doctor
-¿Y qué más?
Todos nos miramos, evitando abrir la boca para responder, hasta que un compañero alza la voz y dice:-Un carcinoma doctor
-Así es, este señor tiene un Cáncer de hígado
No variando su tono en ningún momento mientras hablo; tenía a un hombre frente a él con un cáncer, siendo probablemente una temática importantísima en la vida del señor, pero en su rostro se veía emoción, probablemente porque le alegraba que nosotros como alumnos pudiésemos ver este tipo de cáncer.
- Este señor tiene múltiples nódulos en el hígado…
Mi mente bloqueo las palabras del doctor automáticamente. Como era posible que hablara como si nada de lo terrible que era este cáncer para finalizar diciendo "a lo más un año de vida…" Como era posible que el doctor en ningún momento hubiese tratado al señor por su nombre, o disimulado la emoción que le causaba este tipo de patología… Como era posible que siquiera mirara a aquel señor, y como era posible que no pudiese controlar mis lágrimas frente a esta situación, no pude, 2 de ellas lograron vencerme, cuando una de mis compañeras me apretaba fuerte la mano, y un compañero me abrazó, seque mis lágrimas, y me agrado ver que el señor no me había visto. Luego me dedique únicamente al ver el rostro de aquel señor, a quien le acababan de decir que su situación era terminal, y que próximamente iniciaría con dolores para a más tardar en un año morir… No lloro, asintió, y fue en ese momento en que su mirada me permitió entenderlo, a él si le afectaba y mucho, pero estaba su hija ahí y por ella no se mostraría débil ni asustado, sin saber que su hija por la misma razón no lo hacía.